Publicado en: LÁPIZ Revista Internacional de Arte, año XXXII (nº 281/282), diciembre de 2013/enero de 2014
Por: Vivianne Loría
A pesar del ascenso triunfal en las últimas décadas de los objetualismos, los conceptualismos y los géneros efímeros, lo cierto es que la pintura continúa ocupando el trono de lo que el mundo en general considera el Arte con mayúsculas. No obstante, en los círculos especializados sigue imperando de forma difusa la idea de que la pintura es un género cuasi “arcaico”, conservador y sujeto irremediablemente al yugo de la labor “artesanal”. Después de más de cuarenta años de una deriva objetualista y conceptualista que nos ha acarreado un arte falso que acecha por doquier, basado en la simplificación de la fórmula de la idea duchampeana, aún vemos en los círculos de “entendidos” a obsesos de los ya viejos “nuevos medios” y “nuevos lenguajes”. Vivimos, además, en un mundo en el que la tecnología invade cada rincón de la vida cotidiana y contamina de forma inevitable el quehacer artístico. Desde luego, hay artistas espléndidos que han construido su obra sobre las bases del concepto, el objeto, la imagen audiovisual y la comunicación digital, y de ello damos cuenta en cada número de nuestra revista, pero no podemos omitir la relevancia que conserva la pintura como género mayor y más apreciado en el mundo real.
A lo largo de los más de treinta años de LÁPIZ, han desfilado por nuestras páginas todas las corrientes y también las modas pasajeras que aquejan al arte, y así hemos podido observar los vaivenes del prestigio de la pintura, cada vez más vertiginosos, en consonancia con la rapidez con la que variamos de parecer los individuos contemporáneos. Hemos abandonado la pintura más de una vez para convertir en objeto de nuestros amores ora a la fotografía, ora al vídeo, ora a la instalación, ora al efímero “ciber arte” (concepto tan querido en los noventa)… Pero siempre volvemos a ella, y sigue allí, igual a sí misma, y sin embargo distinta. Porque la pintura contemporánea acusa todos los cataclismos vividos en el arte durante los últimos 150 años, desde las primeras disoluciones de la representación ensayadas en el Impresionismo.
Siempre nos ha seducido la pintura, y es precisamente en su aspecto “artesanal”, en su ineludible registro de la propia mano del artista, donde radica uno de sus elementos más atrayentes. En especial ahora, cuando prácticamente todo lo que tocamos y todo lo que nos rodea ha sido producido por máquinas y a escala industrial. Es quizá esa condición de huella humana, con sus impurezas y pentimenti, una de los ingredientes más fascinadores que posee la pintura. Y es por ello que aprovechamos ahora la celebración de una muestra que recupera a cinco figuras representativas de la pintura española de las últimas décadas para también nosotros volver a centrar nuestra atención en la pintura contemporánea. La exposición, celebrada en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro de Madrid, espacio adscrito al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, se titula Idea: Pintura Fuerza. En el gozne de los años 70 y 80, y reúne obras creadas en ese período por Alfonso Albacete, Miguel Ángel Campano, Ferran García Sevilla, Juan Navarro Baldeweg y Manolo Quejido. En este número volvemos la mirada a estos creadores que fueron entrevistados ya hace más de dos décadas por LÁPIZ. Ofrecemos al lector dichas entrevistas reeditadas y oportunamente ilustradas con las obras que conforman esa estimulante exposición organizada por el MNCARS. Con ello declaramos de nuevo, como lo hicimos en su día, nuestro reconocimiento a estos pintores y a otros que como ellos constituyen ejemplos de la mejor pintura española, y que a lo largo de la historia de nuestra revista han hallado un lugar entre nuestras páginas.