La negritud es el tema que conduce las exploraciones pictóricas de Kerry James Marshall (Birmingham, Alabama, 1955). Es precisamente la ausencia de representación de la población negra en el arte occidental lo que le ha llevado a construir una iconografía que gira exclusivamente en torno a la situación e historia particular de los negros. Habiendo crecido rodeado del contexto de la lucha por los derechos civiles de los años sesenta y setenta en Estados Unidos, los intereses de Marshall se centraron pronto en el problema racial.
Su estilo está lleno de color y riqueza compositiva, y se expresa en grandes telas que componen en conjunto un gran ciclo con el que el artista procura llenar ese vacío que afecta a la visión occidental y que ha hecho que aún en tiempos recientes lo negro no pase de ser una nota marginal en la iconografía artística.
También ha incursionado Marshall en géneros como la fotografía, el vídeo y la instalación, siempre ahondando en su examen de la identidad negra y sus posibles expresiones estéticas. No obstante, es en la pintura donde muestra sus mejores dotes, su capacidad para construir escenas que funcionan como verdaderos murales que sintetizan los distintos aspectos de su discurso, a veces de forma exuberante, y en ocasiones, como sucede con un largo friso Sin título comenzado a finales de los años noventa, con una llamativa y elegante austeridad.
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