«La época del arte en el sentido en que lo consideran Rancière, Arthur Danto y otros muchos se está acabando. Siempre habrá una ‘práctica artística’, una dimensión estética, pero seguramente desempeñará otro papel en la sociedad»
Repensando el museo
(Extracto)
Por: José Alberto López
Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón, 1957) es el sexto director que ha tenido el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (mncars), la institución más importante dedicada al arte contemporáneo en España. […]
Pregunta- ¿Cómo ve en estos momentos el sector galerístico español? ¿Deberían las galerías reinventarse?
Respuesta- Se tienen que reinventar las galerías al igual que se tienen que reinventar las instituciones. […] La época del arte en el sentido en que lo consideran Rancière, Arthur Danto y otros muchos se está acabando. Ese período del arte que empezó con el Renacimiento y tomó completa forma sobre todo a partir del siglo XVIII, esa época en la que aparecen los artistas –recordemos que los pintores de la Edad Media no eran “artistas”–, con esa idea del estudio y demás, todo eso se está acabando. Siempre habrá una “práctica artística”, una dimensión estética, por supuesto, pero seguramente desempeñará otro papel en la sociedad, uno que tendrá poco que ver con esta imagen que tenemos aún hoy del artista. […] La idea de galería, que de algún modo aparece cuando la aristocracia empieza a vender sus colecciones porque necesita dinero y la burguesía a su vez necesita decorar sus grandes mansiones, y que se presenta como un espacio que duplica el espacio privado burgués, se ha acabado totalmente. La gente hoy colecciona no precisamente para decorar sus casas. El arte se ha convertido en un “valor refugio”, la obra de arte está sujeta hoy a la monetización. Además, hay prácticas procesuales en el arte que no producen objetos. No sé en qué se puedan convertir las galerías, pero me imagino que tendrán que alejarse del concepto de tienda para acercarse más al de agencia, al de lugar de producción y distribución, en un sentido más parecido al que tiene un productor de cine. […]
P.- En cuanto al sistema del arte en general, ¿hacia dónde cree que va a evolucionar?
R.- […] El período moderno, que no se ha acabado necesariamente, empieza a nivel socio-económico en el siglo XVI, y a nivel cultural, artístico, sobre todo en el XVIII, y posiblemente empieza a acabarse a finales de los años sesenta, que sería cuando empieza a ser sustituido por otro período, que no es necesariamente el “postmoderno”. Esta última etapa se manifiesta de forma especial a partir de finales de los años ochenta y se extiende hasta hoy. Presenta elementos muy distintos a los modernos, de modo que cuando se utilizan parámetros modernos para analizarla no se acaba de entender. ¿En qué consistirían los parámetros adecuados? Primero, en lo que Krauss, desde un punto de vista negativo, llama “postmedia”. Para entendernos: si el arte moderno estaba obsesionado por que la pintura tenía que ser “pictórica” o por que la escultura, aun expandida, siguiera siendo escultura, etc., el arte de hoy, a pesar de cosas como la “vuelta a la pintura”, es, de hecho, postmedia, en el sentido de que cualquier artista utiliza cualquier medio que le vaya bien en un momento determinado. Por otra parte, la experiencia, de algún modo, ya no se limita al hecho de mirar la obra, sino a algo que tiene que ver más con un proceso “teatral”, como lo que sucede con las instalaciones, en donde es evidente ese elemento de teatralización. Lo teatral o la instalación exigen que el espectador se involucre. Ante una obra de arte moderno o clásico, existe una separación con respecto al espectador, aunque este la esté contemplando. En una instalación y en cualquier obra multimedia, en cambio, es imprescindible “meterse” en la obra. […] Esto nos lleva a la importancia del espectador, en este caso, del “usuario”. A esto hay que sumar la revolución digital, que lo está cambiando todo, y también la globalización, que ha cambiado nuestra perspectiva del mundo y ha llevado al final del Estado-nación. Finalmente, podemos observar el paso de una sociedad de producción, centrada alrededor de la fábrica, alrededor del objeto, a una de consumo. Todo esto genera posturas ambiguas. En los noventa, todos hablábamos –yo mismo lo hacía– de la importancia del “usuario”, de que el usuario hiciera cosas, y no te das cuenta de que a veces al favorecer esta idea de “usuario” estás favoreciendo, al fin y al cabo, la idea de “consumidor”, estás favoreciendo una sociedad de espectáculo. […] Al igual que las galerías tienen que cambiar, y que el papel del artista y el del crítico está cambiando, el de los museos, el de cómo se forman las colecciones, está también cambiando. Mientras que el museo antiguo se basaba en la acumulación de tesoros, de objetos, lo más importante hoy es tener usuarios, es decir, gente que interpreta las historias que proponen las obras, que es capaz de hacerlas suyas. […]
Publicado en: LÁPIZ Revista Internacional de Arte, año XXXIII (nº 286/287), octubre de 2014–enero de 2015, pp. 48-85.
© LAPIZ